viernes, 13 de agosto de 2010

El Martirio de Kalid 2ª Parte

- Elian: ¿Quién diría que resistiría la silla?
-Zarduk: Lo soltaste muy pronto, por eso no habló.
-Elian: Esta vez yo elijo, no quiero imaginarme que usaran con nosotros si no le sacamos esta información. Vamos a usar el aplastacabezas.
-Zarduk: ¿El aplasta cabezas dices? Insensato, favor le haríamos usándolo, con sólo unos giros le romperíamos la quijada y ya no tendía como hablar… mejor usemos una variante, vamos a valernos del aplastapulgares…. los dedos son muy sensibles y raro es al que no le duela perderlos.
-Elian: El aplastapulgares será, pero aun así yo lo interrogaré.

Una cubetada de un líquido inmundo hace recobrar los sentidos a Kaliid, ahora está sentado frente a una mesa: sus pies siguen atados; pero aun queriendo no puede moverlos, el dolor en su cintura es demasiado y el sólo estar en esa postura es una tortura en si. Al intentar mover sus manos nota que ambas están atrapadas en piezas de metal fijadas en la mesa. Cada uno de sus dedos es presionado por placas que están sujetas a una serie de tornillos. En el fondo reconoce a quien sostenía sus pies, y frente a él, sentado al otro lado de la mesa se encuentra alguien más, que a pesar de la fatiga que lo aqueja no tarda en deducir que era quien manejaba la cuerda que lo sostenía.

La figura frente a el, al notar que está despierto lo mira fijamente, sin darle oportunidad de hablar; comienza a dar vueltas furiosamente uno de los tornillos; el que se encarga de presionar las placas de su meñique izquierdo. Kaliid gruñe de dolor al sentir como se rompen su falange, pero esto no parece perturbar a la figura frente a él, la cual se detiene solo cuando el dedo está convertido en pulpa.

-Elian: Mismas preguntas, puedes comenzar a hablar…

Kaliid baja la cabeza, las fuerzas lo abandonan; la idea de escapar por si mismo pareciera imposible ahora, pero aun mantiene la esperanza de que su grupo lo rescatará.

-Elian: Eres necio y no tengo todo el tiempo para hacerlo dedo por dedo…

“Esto será por simetría”, dijo Elian mientras machacaba el meñique izquierdo de Salid “Y esto para continuar en donde nos quedamos” mientras machacaba su anular derecho…
Kaliid resistió estoicamente, recordando todas las batallas de las que salió airoso.

-Elian: ¡CARAJO! ¡MIL DIABLOS! ¿Qué esperas para hablar? ¿Porqué proteges tanto a un grupo que te abandonó?
-Kaliid: (susurrando) “Yo no sé nada….”
-Elian: Si así lo deseas, seguiré.

Mientras otro más de sus dedos se hacía papilla, Kaliid no podía evitar notar como la figura del fondo se desternillaba de la risa. Repentinamente, entre las ráfagas de dolor Kaliid idea un plan; algo con lo que tomar por sorpresa a sus captores.

-Kaliid: Espera….
-Elian: ¿Te rindes ya? ¿Hablaras?
-Kaliid: Ncotig… cof cof
-Elian:¿QUÉ DICES?
-Kaliid: El otro…. cn el ortro…
-Elian:¿QUÉ? ¡No eres tú quien manda aquí!
-Zarduk: Venga, quítate de en medio, déjame hablar con el.

De muy mala gana, Elian le sede su lugar a Zarduk.

-Zarduk: Déjate de rodeos y habla por un maldita vez.
-Kaliid: (murmulla).
-Zarduk: Habla maldita sea, habla ya.
-Kaliid: Acércate… no puedo hablr frte,,,
-Zarduk: muy bien, claro. Sólo necesitas decirme lo que queremos, no hac falta que lo grites.

Poco a poco, la cara del inquisidor se acercó al rostro de Kaliid, por la deshidratación y la pérdida de sangre los detalles se hacían borrosos, pero si plan marchaba tal como lo había imaginado. A un par de pulgadas de su cara; Kaliid plantó un certero escupitajo, compuesto más de sangre que de saliva justo en medio de la cara de Zarduk.

-Zarduk: ¡¡¡TE MATARÉ MALNACIDO, JUSTO EN ESTE MOMENTO, JUSTO AHORA!!!

Mientras Zarduk desenvaina una daga, Kaliid no puede reprimir una sonrisa de satisfacción; fue él y nadie más que él quien detuvo el interrogatorio; en el último minuto fue el dueño de su vida. Kaliid levanta la cabeza mientras se despide de este mundo….

Elian -que no estaba lejos de la mesa- reacciona de inmediato; con un empujón aparta a Zarduk; mientras una sensación de angustia y desesperanza borra la sonrisa del rostro de Kaliid.

-Elian:¡Es justo lo que quiere! Si lo matas ahora, nos perderíamos de la mejor parte.
-Zarduk: (forcejeando aun) El maldito me escupió, haré que recuerde esto; lo quebraré a como de lugar, nunca volverá a ser el mismo! ¡Lo juro!
-Elian: Claro que si, sólo toma algo de aire, mientras yo seguiré con el aplastapulgares…

Las preguntas se repetían una y otra vez e invariablemente se encontraban con el silencio de Kaliid, uno a uno, los que fueran los dedos de un hábil ladrón se transformaban en colguijes inútiles e irreconocibles. Con el tronido de cada falange y falangeta, Kaliid recordaba cada uno de esos cofres que le revelaron sus tesoros y cada uno de esas cerraduras que no pudieron detener sus ambiciones.

-Elian: Debe haber algo malo con este tipo, ya machaqué hasta su último dedo y no quiere hablar. Si sigue así voy a pensar que lo disfruta.
-Zarduk: Ya he visto esto antes; es el típico nihilista al que no le importa que hagamos con el; con este hay que recurrir a otros métodos; venga, dile a los orcos que traigan a la chica.
-Elian: Perfecto, veamos si es tan valiente cuando vea sufrir a alguien que le importa.

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