Dos orcos traían sostenida por cada brazo a Farah; Kaliid sabía que es lo que planeaban, pero nada podría hacer por ella en su estado. Los inquisidores ordenaron a los ogros que ataran a Farah a un poste, mientras cruzaban la sala. La visión de Kaliid empeoraba a cada minuto, aunque alcanzó a ver que Farah no se encontraba en una buena condición, su semblante era malo; la deshidratación secó su piel y su expresión transmitía tristeza y desesperación.
-Elian: Ahora que la vida de tu amiga está de por medio te haremos hablar.
-Farah: ¡No les digas nada!
Apenas terminó de decir la última sílaba de esa frase, el viento es cortado por un sonido que Farah reconoce, al mismo tiempo que una ráfaga de dolor la invade.
-Zarduk: (tras dar el primer latigazo) ¡Calla! Nadie te ha dicho que puedas hablar.
-Elian: ¿Y bien? ¿Vas a confesar? ¡No tenemos toda la noche!
-Kaliid: Vet... al.…dm niooooo
-Elian: (dirigiéndose a Farah)¡Vaya, ya escuchaste a tu “amigo”; no quiere decirnos nada. Zarduk ¡Azótala más fuerte!
-Zarduk: Será un placer.
Zarduk continua azotando a Farah con precisión mecánica. La túnica que cubría la espalda de Farah termina echa jirones después de unos cuantos azotes, exponiendo directamente su piel al incesante castigo. "Maldito, está desquitándose con ella del escupitajo que le lancé", pensó Kaliid y antes de que perdiera la cuenta de cuantos azotes recibía Farah Elian le ordena a Zarduk que se detenga.
-Zarduk: Gracias ya se me comenzaba a cansar el brazo.
-Elian: ¿Comprendes que hablamos en serio?¿ahora si cooperaras?
-Kaliid: Sólo con una condición…
-Elian; ¡Tú no nos pones condiciones! ¡Venga acá ese látigo, quiero darle algunos antes de que se desmaye!
-Zarduk: Es toda tuya.
Kaliid levanta la mirada y por un instante su visión se aclara y alcanza a cruzar la mirada con Farah; ella parece recriminarle con la vista el predicamento en el que se encuentra; Kaliid no puede evitar pensar por un segundo “Como si yo estuviera en un lecho de rosas”. Los zotes continúan un poco más, 19, 20, 21 alcanza a contar Kaliid, cuando Farah explota en llanto y Elian se detiene.
-Elian: Mira como tu amiga se quiebra ante el látigo ¿ni siquiera eso te mueve a confesar? Vamos, te preguntaré algo fácil: ¿Quién de ustedes mató a mi maestro?
-Kalid: (riendo) Eso es algo que sí te puedo contestar. Fui yo.
-Elian: ¿Y te atreves a jactarte de ello, maldito? (alzando el látigo) ¡Será la carne de tu amiga quien pague tu soberbia!
Al ver esto Kaliid recapacita, y se rinde por fin…
-Elian: (bajando el látigo) Vaya ¿Ahora sí quieres cooperar? Y yo que gustoso continuaría con los azotes.
-Farha: (baluceando) No… no ls dighçdss…
-Kaliid: ¿Qué es lo que quieren saber?
-Elian: Descríbenos con quienes viajabas.
Haciendo un supremo esfuerzo mental Kaliid poco a poco comienza a describir lo que recuerda de cada uno de sus compañeros de aventura, los detalles se le escapan y a veces mezcla las características de todos, pero eso no parece ser lo que interesa a quien lo interroga…
-Kalid: Eso es todo lo que recuerdo, ahora deben de estar casi por llegar a…
-Elian: (interrumpiendo a Kaliid) No necesito saber más, ya veo que después de todo, mi hermano sí viene con ustedes. Soldados, lleven a esta peste (dirigiéndose a Farah) con los otros prisioneros, todavía puede servirnos en la mina. Y a ti, te daremos un premio por todo lo que nos haz ayudado.
-Zarduk: (con tono burlón) Ya tengo listo el “cofre del tesoro”.
Elian y Zarduk desatan a Kaliid, quien cae en seco al piso, arrastrándolo por los brazos lo llevan frente a un sarcófago: la Dama de Hierro. Kaliid conoce ese instrumento, varias veces ha escuchado sobre él y en parte se alegra de saber que pronto encontrará una salida a su martirio; sólo con dar un certero cabezazo en una de las púas todo terminará de una buena vez. Sus captores, abren la Dama de Hierro y clavan la espalda de Kaliid contra los picos. Muchos de estos están desgastados y doblados y Kaliid se decepciona de ver que son menos largos y agudos de lo que el se imaginaba. La puerta del sarcófago se cierra de inmediato, sin darle tiempo para moverse; una de las púas se clava en su ojo; las demás aunque apenas penetran en su carne son suficientes para mantenerlo inmóvil. Ya no hay luz alguna en donde está y repentinamente, por sobre su cabeza escucha abrirse una escotilla…. la voz de Elian, que lo ha torturado por horas suena inconfundible: “vamos, es momento de derramar el ácido”. Apenas unos segundos después (que parecen una eternidad para Kaliid) un chorro de ácido se derrama directamente sobre su cabeza.
El ácido -que según sus captores seria un último tormento- resulta un bálsamo milagroso: al disolver sus músculos se lleva consigo las heridas y al disolver sus nervios lo liberan del dolor que lo paralizaba. Kaliid cierra su ojo por última vez mientras se pregunta si hay un cielo para los personajes de Advanced Dungeons & Dragons 2ª Edición™.
Al abrir el cofre, Zarduk se sorprende al ver que el ácido estaba tan concentrado que de su última víctima, no quedaron ni los huesos.
PS:Con esto concluyo la crónica del martirio de Kaliid, como bien me lo hicieron notar (gracias Paty, Uriel y Óscar) hay varias cosas que omití al escribir esta narración. Lamentablemente, con mi mala memoria y a casi una semana de que tuvimos la mesa, me sería imposible escribir un recuento ad verbatim de lo que ocurrió en la sesión; por lo que apelo a cierta tolerancia a las licencias que tomé. ^_^;
Con esta revisión concluyo y -obviamente- los comentarios quedan abiertos para todos los que quieran añadir algunos de los detalles que dejé a un lado al escribir esto.